Por muy optimista que sea, no soy de hierro ni ciego, ni
sordo, ni insensible. Tenía muchos días sin escribir y hoy, aunque sin mucha
inspiración, me provocó hacerlo.
Aunque me baño todos los días en positivismo, hoy
amaneci con una gran pesadumbre y con el ánimo bastante bajo. No suelo
escribir lo que pienso respecto a lo que vivimos en Venezuela, porque siento
que hablar de lo que ya conocemos y tenemos a diario, es como machacarnos mucho
más la miseria en la cara.
Hoy, no vivimos… sobrevivimos en un país totalmente
desmantelado. Estamos en medio de una parálisis (y no me vengan con el cuento de
que es por el COVID19), al borde del colapso total y las soluciones, realmente
se ven nuevamente, muy muy lejanas.
Hoy padecemos la falta de prácticamente todo, desde agua
hasta electricidad. Desde internet hasta comida. Desde medicinas hasta trabajo.
Desde gasolina hasta los medios de comunicación. Hoy, para más, nos despertó un
nuevo golpe a la siquis y a la moral: todos los abonados a DirecTV, nos
tendremos que guardar el codificador en donde no pega el sol y conservarlo como
uno de los últimos vestigios de lo que una vez tuvimos. Desconectados… de todo.
Sobrevivimos en medio de una verdadera tragedia.
Sobrevivimos en una sociedad minada de mezquindad, egoísmo y esquizofrenia.
Los que “gobiernan” viven en un mundo paralelo, regodeándose
de sus riquezas mal habidas, con todo el confort que les otorga el poder y el
control social. Abusando, odiando, torturando y humillando cada día más a un
pueblo vapuleado, maltratado, despreciado y totalmente sodomizado.
Los que supuestamente se “oponen” al régimen y “dirigen”
un “gobierno paralelo”, viven en un mundo virtual, se limitan a dar
declaraciones fatuas y repetitivas en las redes sociales, con un discurso cada
vez más vacío, lejano, rallando en lo patético y que dudo mucho, recobre fuerza
entre los millones de venezolanos que soñaron en que esta vez sí lograríamos el
cambio.
Sobrevivimos en una sociedad en donde cada quien busca
conseguir alguna tajada de lo que queda. Hoy, Venezuela es como una jauría de
perros hambrientos luchando por un pedazo de pellejo.
Y para rematar, soplan vientos de guerra. Los iraníes
están alebrestados, metiéndose en el patio trasero de Estados Unidos con varios
cargueros llenos de gasolina y retando abiertamente a los gringos, que de verdad
ya uno no sabe qué pensar de ellos. Y lo peor, es que muchos venezolanos esperan
con ansias a que no paren los barcos y finalmente, nos llegue el combustible
para sobrevivir unos meses más. El país potencia petrolera, fue borrado del
mapa y ahora, saquen su oro para pagar el combustible que ya no somos capaces
de producir.
Maduro, hiede. Guaidó, hiede. El régimen, hiede. La
oposición, hiede. Los militares, hieden. Venezuela, hiede. Los venezolanos,
hedemos…
Si no nos agarra el chingo, nos agarra el sin nariz. Qué
triste lo que estamos viviendo. A pesar de todo, a pesar de la oscuridad en la
que estamos, me sigo aferrando a que después de la tormenta, viene la calma y
la luz… pero, no puedo negar que vivimos en una tormenta perfecta que lleva más
de 20 años y que por estos días, nuevamente, parece cobrar fuerza.
¡Ay amigo,qué tristeza! Yo que esperaba pasar mi vejez en paz y tranquilidad, aparte de averiada, está pesadilla que estamos viviendo,nos tiene a todos contra el piso. A veces pienso, usando un lugar común, que no hay mal que dure 100 años... ni cuerpo que lo resista, pero la realidad diaria te da un porrazo en la cara. Dios se apiade de nosotros, porque en vista de lo que tenemos de oposición, blandengue y acomodaticia, solo el altísimo nos puede ayudar. Ojalá sea mas pronto que tarde. Un abrazo amigo.
ResponderBorrarAsí mismo es Rosa querida... y todos los días recibimos como bien dices: un portazo de realidad. Pero debemos seguir tocando esa puerta (por todos los medios que tengamos) para que algún día se abra...
ResponderBorrarDespués de la tormenta siempre llega la calma, pero a decir verdad, ésta está durando demasiado.Ojalá y pase pronto para que Venezuela vuelva a ser el país próspero, la tierra prometida donde muchos emigrantes encontraron un sitio que los acogió y les mató el hambre, y aunque regresaron años más tarde a sus orígenes, nunca la olvidaron.
ResponderBorrarTodavía no puedo creer que no sé por dónde empezar, me llamo Juan, tengo 36 años, me diagnosticaron herpes genital, perdí toda esperanza en la vida, pero como cualquier otro seguí buscando un cura incluso en Internet y ahí es donde conocí al Dr. Ogala. No podía creerlo al principio, pero también mi conmoción después de la administración de sus medicamentos a base de hierbas. Estoy tan feliz de decir que ahora estoy curado. Necesito compartir este milagro. experiencia, así que les digo a todos los demás con enfermedades de herpes genital, por favor, para una vida mejor y un mejor medio ambiente, por favor comuníquese con el Dr. ogala por correo electrónico: ogalasolutiontemple@gmail.com también puede llamar o WhatsApp +2348052394128
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