No soy amigo de los grupos de whatsapp, pero tal como
supongo le pasa a la gran mayoría, al final sucumbo y entro en alguno. Muchas
veces me aburro y me canso de tantos mensajes (en especial los empalagosos y de
crecimiento personal, sorry) o de los
“buenos días” con taza de café virtual incluida. Pero, reconozco que siempre
surgen cosas muy divertidas, discusiones interesantes o mensajes que nos dejan buenos
aprendizajes de vida.
Desde la pasada Navidad, formo parte de un nuevo grupo
junto a mis compañeros de la Universidad Católica Andrés Bello, de la cual
egresamos hace ya treinta y dos años… TREINTA Y DOS, nada menos. Y desde
entonces, hemos compartido una verdadera avalancha de anécdotas y recordado (o confundido) nombres,
profesores, materias, exámenes, trabajos, libros, prácticas, etc… memorias imborrables de aquella época, cuando nos
preparábamos para comernos el mundo.
Somos la última generación de
comunicadores sociales graduada en la Venezuela Saudita, la Venezuela
próspera, abundante, fresca, tranquila, segura, rica, alegre, un poco pretenciosa y prepotente, la que recibía
aún millones de inmigrantes, la de la democracia más sólida y larga del continente, la del mayor ingreso per cápita...
Somos la generación de jóvenes del tristemente famoso “Viernes
Negro”, a partir del cual todo cambió y nos cambió para siempre, como personas,
como profesionales, como ciudadanos, como sociedad, como pueblo, como nación. Somos
los primeros jóvenes de la Venezuela de esta larga, muy larga, deprimente,
injusta, terrible y dolorosa crisis.
Pertenezco a una promoción de gente valiosísima, talentosa y
realmente brillante. Unos muy conocidos, famosos y polémicos, amados y odiados,
seguidos y bloqueados, perseguidos y hasta asesinados… Destacados profesionales de la palabra, el
periodismo, el teatro, el mercadeo, las relaciones públicas, el cine, la
comunicación audiovisual, la radio, el análisis político y social, profesores,
pensadores… y también muchos otros, que realizan una importante labor más privada
y callada, los que se dedicaron a sus familias o a forjarse la vida en áreas
totalmente ajenas al mundo de la comunicación.
Pertenezco a esa generación de profesionales altamente
calificados y preparados, que tuvimos la gran suerte de iniciar y consolidar
una gran carrera en Venezuela y que luego, vivimos la gran desgracia (y dicha) de emigrar
del país y diseminarse por el mundo, buscando un futuro mejor.
Muchos de mis colegas hoy forman parte de la enorme
diáspora venezolana regada por los cinco continentes. La “generación
brillante”, como la llamó el administrador y creador del grupo de whatsapp. Promoción
de casi ciento cincuenta colegas, de la cual hoy sólo quedamos en Venezuela, poco
más de cuarenta (no exagero). Es decir, el 75% por ciento de mi promoción, se
fue.
Ayer, una de mis viejas amigas y
colegas, lanzó de sopetón una reflexión, ofreciendo sus disculpas por romper la
burbuja de chistes, risas y recuerdos juveniles. Palabras hermosas, espontáneas
y sí, duras y profundas, que me conmovieron (no sé a los demás) y que inspiraron
lo que ahora escribo. Por ello, me tomo la licencia de copiarlas y compartirlas
con ustedes:
“El otro día me
encontré a Leonardo Padrón y le dije que muchas veces me había preguntado cómo
habíamos llegado a lo que somos ahora como país, que a la sombra del apamate,
junto a la estatua de Bello podíamos sentarnos juntos, gente que ahora está en
los polos opuestos, podíamos charlar ignorantes del futuro que nos esperaba.
Qué tristeza, a veces me pregunto qué hicimos mal, si hubiésemos sido más
sabios, más certeros, y aún hoy cómo podríamos revertir ese daño, qué karma tan
duro y si aún hay chance de cambiar los rumbos. Lo siento si rompo la burbuja.
Abrazos!”
Y es así, cuántas veces nos hemos preguntado ¿qué nos
pasó?, ¿qué hicimos mal?, ¿por qué nos dejamos arrebatar la ilusión, el país
que construyeron nuestros abuelos y padres?, ¿por qué dejamos que otros
modificaran nuestro futuro?... ¿ha sido nuestra culpa?, y como dice mi colega
¿por qué este karma tan duro y largo?
Casualmente, otra de mis grandes amigas y colegas, muy conocida
periodista, desterrada y exiliada hace ya diez años del país, le comentaba a
uno de los invitados a su programa de televisión exactamente lo mismo: “muchas
veces me he preguntado ¿qué hicimos para recibir y seguir viviendo tanto
sufrimiento y dolor?, ¿por qué los venezolanos hemos vivido todo esto?...
¿hasta cuándo esta larga y muy terrible pesadilla?”
Es así, pertenezco a esa generación que hoy llora ya
sin lágrimas y se mira las manos por las que muchas de sus ilusiones y sueños
se le han ido como arena… esa generación que aún lucha por conquistar la
libertad y vivir en un país digno que dejar a nuestros hijos… cientos de miles de
hijos que hemos abrazado, despedido y bendecido, con un dolor sangrante en el
alma, derramado sobre los mosaicos poli cromáticos de nuestro gran Cruz-Diez,
en Maiquetía.
Y sí mi querida Alicia (autora de la reflexión), a pesar
de todo, soy de los miles de nuestra generación que aún seguimos creyendo que sí podemos revertir el daño, que sí tenemos chance de cambiar los
rumbos, que mientras tengamos vida, tenemos
la oportunidad de ser sabios, de corregir y aprender de lo que hicimos mal,
de ser más certeros y de construir un
país nuevo, distinto, mejor, digno, alegre, próspero y feliz… un país que
recoja lo mejor de las cinco repúblicas, un país que rescate la memoria y gesta
de nuestros héroes, un país en el cual nos respetemos, nos toleremos y en el
cual nos sintamos orgullosos de ser ciudadanos de primera, defensores de
nuestros derechos y gestores de nuestros deberes.
Creo en ello y estoy convencido que así será… eso sí, no
sé si podré tener la dicha de verlo, disfrutarlo y vivirlo, pero al menos y junto a muchos, sigo arando esta tierra sagrada y sembrando miles de semillas que
algún día germinarán y darán sus buenos frutos.
Y estoy seguro que muchos otros, en años venideros,
escribirán con orgullo todo lo que hicimos bien para tener ese gran país con el
que hoy seguimos soñando.
A mis colegas comunicadores de la promoción 82-87 de la
Católica y a todos los millones de venezolanos de ayer, de hoy y de mañana: no
desesperemos. Todo pasa, esta pesadilla pasará, este país volverá a brillar… y,
aunque suene cursi, recuerden que detrás de la tormenta, siempre viene la calma
y un hermoso arco iris.
Wao!! Mi querido Alfredo en pocas palabras hicistes un gran resumen de esta pesadilla que nos embarga que muy pronto quedara en el olvido . Aunque muchos esten lejos de nuestra amada Venezuela siguen guiados por esa luz conformada por esa generacion del 82-87 que brilla desde entonces.Estoy orgullosisima de formar parte de ese exclusivo grupo que seguira dejando huellas......
ResponderBorrarrgullosisima estoy de formar parte de esa generacion que sigue brillando en cada rincon del mundo
estoy orgullosisima de formar junto contigo esa Generacion Brillante !!
Muchas gracias por tus palabras. Estoy seguro que así será. Tarea nada fácil, pero lo lograremos... lo más difícil vendrá después: la reconstrucción del país y sobretodo la moral, las buenas costumbres, los valores y la cultura... Saludos!
ResponderBorrarSolo le permito a Dios que me permita verlo. No pierdo la esperanzas de que se logre. U/m abrazo amigo.
ResponderBorrar¡Y dale con el corrector! Donde dice permito quise decir "solo le pido"
ResponderBorrarY que nos escuche mi querida amiga... no podemos perder la esperanza... podemos perder muchas cosas y vivir con carencias de todo tipo, pero las esperanzas no podemos perderlas. De hacerlo, perdemos todo. Mil gracias por tu comentario y por seguirme... :)
BorrarPertenezco a esa generación, a la misma promoción de la UCAB, el grupo de los que se fue y no me había detenido a pensar que somos la última generación de tantas cosas. Sentimentos encontrados! La dicha de haber vivido lo mejor vs la desolación de lo que hay ahora.
ResponderBorrarComo bien señalas, si cada quien por su parte aporta al esfuerzo de sacar el pais adelante, desde sus posibilidades, eventualmente conseguiremos momentum y renacerá un pais con lo mejor de las cinco repúblicas.
Gracias por tus sentidas y sencillas palabras, querida colega, así es somos la última en muchas cosas, pero también puedes leerlo como que somos la primera de muchas otras... pero la posición o lugar no importa, lo importante es seguir luchando para que el futuro sea distinto y mejor de lo que nos tocó vivir. Mi saludos sinceros!!!
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